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Toda esta documentación se encontraba conservada en una carpeta de fuelle, ordenada alfabéticamente por el título de la obra, sin tener en cuenta clasificación alguna al respecto (novela, cuento, viajes...).
En la entrada correspondiente de la carpeta a tal o cual obra, se incluían tanto los documentos relativos a la gestión de derechos de la obra en cuestión, como cualquier otro que estuviese relacionado con la misma dentro de ese orden alfabético, sin discriminar tipo de contrato o el tipo de documento. Era ésta una manera para el escritor de tenerlos siempre a mano, ante cualquier incidencia relacionada con la gestión de los derechos que legítimamente le correspondían.
No se ha alterado esta disposición, salvo -una vez identificado y organizado el fondo- la colocación de esos "otros documentos relacionados" en sus respectivas categorías.